Para los que quieran firmar la petición, donde se solicita a Papa Francisco RETIRAR el documento Amoris Laetitia:
http://www.ipetitions.com/petition/alconf
Libellus de condena de los errores contenidos en, presupuestos
o subyacentes del documento ‘Amoris Laetitia’
Conscientes de la
enseñanza de Nuestro Altísimo Señor, Jesucristo, que nuestro “Sí”, sea un “sí”
y nuestro “No”, un “no”, y del mismo modo, conscientes de la enseñanza de su
Vicario en la tierra, el Papa Pío VI, en buena memoria, quien enseñó:
Cuando se hace
necesario exponer algunas declaraciones, que disimulan cierto error o daño
sospechado, bajo el velo de la ambigüedad, uno debe denunciar el significado
perverso bajo el cual el error que se opone a la Verdad Católica es camuflado.
Nosotros, los
miembros de Veri Catholici, deseamos expresar nuestra lealtad a la Fe que hemos
recibido de los labios de Cristo, a través de la predicación de los Apóstoles,
y como dicta la Iglesia Católica y fortalecida por el infalible Magisterio de
la Iglesia, al condenar la llamada Exhortación Apostólica “Amoris Laetitita”,
como un trabajo de engaño y falsedad, error y herejía, y que entre los errores
nosotros condenamos los siguientes:
Contra el Modernismo
Condenamos junto a
Santo Pio X, a noción de que los dogmas de fe evolucionan o de que la Iglesia
llega a un entendimiento más claro de la verdad, mediante el esfuerzo de los
hombres, que luchan para acomodar las enseñanzas de Cristo y de los Apóstoles,
a los deseos, costumbres, modales o cultura de la época en la que viven.
Contra el Falso
Pastoralismo
Condenamos la noción
de que la verdad de la Fe Católica respecto al Matrimonio puede ser
correctamente enseñada y aplicada pastoralmente, mediante la omisión de la
palabra adulterio, palabra que está completamente AUSENTE en el
documento, como indica la Dra. Anna M. Silva.
Condenamos la noción
de que la moral Católica, la ley moral o los preceptos morales del Antiguo y
Nuevo Testamento, sean sólo un ideal al cual aspirar, y no sean considerados
obligaciones que deben ser cumplidas como la exigencia mínima de la vida
Cristiana, ya que Nuestro Señor y Salvado nos ordenó: “Si me Aman, guarden Mis
mandatos”, y no dijo: “Si me Amas, presta atención a Mis Consejos”.
Condenamos la noción
de que ya no se puede decir categóricamente, que los pecadores públicos, están
en estado de pecado mortal, o que son pecadores, o referirse al estilo de vida
pecaminoso de vida que tienen, o que son adictos al pecado.
Condenamos el uso de
un lenguaje difuso para ocultar, o para lograr que uno olvide las verdades
inmutables de la Fe, como fueron enseñadas por Cristo y Sus Apóstoles, y
entregadas desde tiempos inmemorables a la Iglesia.
Condenamos el uso de
las afirmaciones de la Verdad Católica, para confundir a los fieles, en esas
partes del documento, que están plagadas de errores, blasfemia y herejía.
Condenamos como
falsa ética pastoral, que el Clero no predique ni enseñe a todos los fieles o a
cualquier creyente, que el adulterio es moralmente pecaminoso.
Condenamos como una
falsa ética pastoral, que el Clero permanezca en silencio o que no desapruebe
públicamente y como es costumbre, el adulterio o el divorcio.
Condenamos como
cruel y despiadada, la noción de que es moralmente lícito satisfacer a los
pecadores públicos habituales, con la integración a la vida de la parroquia,
cuando se han rehusado a arrepentirse y dejar su vida pública de pecado, y que
por ello no se los debe incomodar habitualmente, siempre y cuando permanezcan en
ese estado, con la práctica atemporal Apostólica de negarles el Sacramento y la
sociedad humana.
Condenamos como
falsa y perjudicial a la buena moral y correcta formación de conciencia, la
noción de que los pecadores mortales habituales, no deberían sentirse
excomunicados, cuando ellos han rechazado constantemente el arrepentirse.
Condenamos la
hipocresía del pastor que escribe: “Naturalmente, si alguien hace alarde de un
pecado real, como si fuera parte del ideal Cristiano, o quiere imponer algo
distinto de lo que enseña la Iglesia, el o ella, no pueden pretender enseñar o
predicar a los demás”; mientras que luego elabora un documento que exonera a
los pecadores y culpa a los pastores de almas, que aplican la disciplina
apostólica y tradicional de la Iglesia sobre ellos.
Condenamos como
falsa la práctica ética pastoral, sobre la preferencia de la disciplina
sacramental, que causa confusión en uno sobre lo que es claro y lo que es
blanco y negro.
Condenamos como
tramposa la promulgación de una Exhortación, que explícitamente afirma, que no
se debe imponer nuevas reglas con órdenes desde la Sede Apostólica, a las
Conferencias Episcopales sobre los informes de cómo será implementado el
documento.
Condenamos como
fraudulenta y errónea la práctica pastoral, que propone todas las
consideraciones para la auto-reflexión de los pecadores públicos habituales,
pero excluye aquellas respecto a la necesidad absoluta de cumplir los preceptos
divinos y morales como una condición para la salvación eterna y el peligro inmediato
de la eterna condenación como consecuencia de su rechazo y no conformidad con
las mismas.
En Contra de la
Falsa Moral
Condenamos junto al
concilio de Trento, la noción de que lo que Dios a ordenando es muy difícil de
cumplir, o de que El no ha dado, no da o no dará la suficiente gracia para
cumplir con cada uno de Sus preceptos.
Condenamos la idea
de que la catequesis, que merece el nombre de ‘correcta y Católica’, pueda ser
impartida de una manera en la que no se menciona la necesidad absoluta de observar
y cumplir los mandamientos de Dios, como un requisito previo para el regalo de
la eterna salvación.
Condenamos la
afirmación falsa y herética que indica: “ya no puede ser dicho que todos
aquellos en situaciones ‘irregulares’, estén viviendo en un estado de pecado
mortal o que estén privados de la gracia santificante”, ya que verdad de fe,
que el pecado mortal priva al alma de la gracia santificante, como el Apóstol
San Juan enseña.
Condenamos como
falsa la afirmación de que a pesar de “que un sujeto a pesar de
saber a cabalidad la regla, pero aún así tiene gran dificultad en
entender su valor intrínseco”, se le pueda por lo tanto, permitir transgredir
la regla, o se le permita o aconseje hacerlo.
Condenamos como
falsa la idea de que uno puede evitar todo el pecado al no tomar una decisión,
cuando la práctica real moral no está en conformidad con los estándares
objetivos de la ley divina, moral o natural, ya que deliberadamente un pecado
de omisión en observancia de estas leyes sobre asuntos graves es mortal.
Condenamos como
engaño y trampa el uso de la cita del Doctor Angélico, cuando se habla de
aquellos con gracia habitual, a los que están en estado de pecado mortal.
Condenamos la falsa
y blasfema noción de que Dios Mismo pueda inspirar a un alma para tomar un paso
hacia estar mejor dispuesto al arrepentimiento y bajo esa premisa, los absuelva
de la obligación moral de la misma en ese momento de arrepentimiento, o tomando
en cuenta que un trabajo muerto tiene un mérito de justificación.
Condenamos como un
engaño la cita del Doctor Angélico sobre la dificultad de entender la
aplicación de los principios morales en casos específicos, como si se hiciera
referencia a la falla de los principios mismos o su no aplicabilidad en esos
casos.
Condenamos la idea de
que la ley natural, marcada por Dios en todas las cosas, no es un conjunto a
priori de las obligaciones morales universalmente vinculantes a todos los seres
humanos.
Condenamos la falsa
y blasfema afirmación de que el proceso de una mejor disposición personal a la
gracia y conversión es un proceso de santificación, como si tal error reviviera
el error de los Fariseos, que consideraban los trabajos de la Ley como
meritorios o efectivos por si mismos de la gracia de la justificación o
santificación.
Condenamos como
engañosa, la contradicción de términos y de herética la noción de que el alma
en estado de pecado mortal, pueda crecer en gracia, por cualquier medio,
mientras permanece en ese estado.
Nosotros condenamos
como falsa y herética la afirmación de que el término “pecado mortal”, ya no
sea usado al referirse a pecadores públicos que violan un importante precepto
de Dios, revelado por Dios.
Condenamos como
falsa la cita de los escritos de Juan Pablo II, con el propósito de refutar su
condenación de la ley de la gradualidad sobre la moral.
Condenamos como
falsa la noción de que las obligaciones de una conciencia subjetiva falsa,
tienen prioridad sobre las obligaciones objetivas de la moral o la ley
sacramental.
En Contra de los
Errores que se Oponen a la Eclesiología Católica
Condenamos la idea
de que uno puede compartir espiritualidad en la vida de la Iglesia, pero de
manera incompleta, ya que todas las cosas espirituales son simples e imposibles
de dividir.
De igual manera,
condenamos, la noción de que aquellos que están en pecado mortal, comparten la
vida espiritual de la Iglesia.
Condenamos el
pensamiento de que aquellos en pecado mortal tienen una manera de
participar en la vida de la Iglesia, que es apropiada para aquellos que
permanecen en pecado mortal, en vez de arrepentirse de su pecado y retornar a
la vida de gracia y los Sacramentos.
Nosotros Condenamos
como falsa y herética la idea que aquellos en pecado mortal habitual, público o
privado, deban ser integrados a la vida de la Iglesia de alguna forma que no
sea mediante el arrepentimiento y la Confesión.
Condenamos como
blasfema y herética la noción de que la Novia Inmaculada de Cristo, la Santa
Madre Iglesia, deba ensuciarse a Si Misma con los pecados de Sus hijos, o
Acomodarse, o cambiar Sus hábitos de practicar la caridad pastoral con los de
los valores mundanos y corruptos, y los hábitos del mundo.
Condenamos como
falsa y errónea, la noción de que en el ministerio pastoral, la caridad deba
ser predicada ANTES que la fe y el arrepentimiento, ya que para el hombre de
pecado, es sólo el sano temor de Dios que hará que el amor a Dios surja.
Contra la Promoción
de los Abusos a los Sacramentos
Condenamos la idea
que bajo cualquier pretexto o circunstancia, o conciencia, un individuo puede
eximirse o ser exento por su confesor, de las obligaciones de recibir los
Sacramentos sin fe y sin arrepentimiento, o en estado de pecado público.
Condenamos la noción
de que es lícito moralmente, y no meritorio de eterna y perpetua condenación,
que un individuo reciba el Sacramento en estado de pecado mortal, o que un
Confesor permita al pecador el recibir los Sacramentos en tal estado.
Nosotros condenamos
la idea de que un individuo que ha admitido haber cometido un acto, que es
gravemente inmoral en está de acuerdo con la inmoralidad del mismo, y que no se
arrepiente, se le puede permitir bajo cualquier pretexto, por alguien que sepa
de esto en el fuero externo, a partir de la recepción de una Sacramento.
Condenamos la noción
de que un pecador mortal regular, puede por su mal hábito de pecado, llegar a
ser inocente de sus actos individuales de pecado y de que pueda acercarse a los
Sacramentos, sin el total arrepentimiento, contrición perfecta y fe Católica, o
ser admitido lícitamente de hacerlo por cualquier autoridad en la Tierra.
Condenamos de
blasfema y herética la afirmación de que la Confesión es o puede ser una
“cámara de tortura”, debido a que tal afirmación no es apropiada de la boca de
un Cristiano, pero de la boca de un demonio.
Condenamos la
afirmación de que la perenne recepción de disciplina sacramental, de negar el
acceso a los sacramentos, a los pecadores habituales o pecadores públicos es
cruel haciendo caso a la sensibilidad moderna, o en la necesidad en una
reformulación.
Condenamos como
blasfemo, herético y depravado el juicio que afirma que aquellos que se
adscriben a la disciplina sacramental tradicional son Fariseos y rigoristas.
Condenamos cualquier
insinuación o esfuerzo “para superar” las actuales “formas de exclusión” que
han sido parte de la disciplina sacramental tradicional en la Iglesia desde
tiempos inmemorables.
Contra los Errores
que se Oponen a la Fe Católica sobre los Tiempos Finales
Nosotros condenamos
la noción de que “nadie puede ser condenado para siempre”, o de que la
afirmación de la eterna o perpetua condenación de individuos en general, es
contraria a la “lógica del Evangelio”, porque el Mismo Señor Jesucristo , en
cumplimiento con la voluntad de Su Padre Eterno, denunció a los Fariseos de la
Ley Antigua, diciendo enfáticamente: “Ustedes morirán en sus pecados”, y
predijo que Él le diría a los malvados en el Último Juicio: “Apartaos de mi en
el fuego eterno preparado por Satanás y sus ángeles”.
Condenamos la
afirmación de que los sagrados ministros de Cristo, en cumplimiento con su
tarea Apostólica, no puedan amenazar con la condena eterna a los individuos que
cometen, persisten, aprueban o condonan actos morales de cualquier tipo, que
sean formalmente contrarios a la ley de Dios, de acuerdo al género, especie,
intención o circunstancia.
Condenamos que la
idea de que los sagrados ministros de Cristo y todos los fieles, en fidelidad
con su Bautismo, no puedan o no deban condenar tales actos morales, como
meritorios de la condena perdurable y eterna en los fuegos del Infierno, o que al
hacerlo transgreden la obligación de la caridad divina.
Condenamos la
afirmación herética o aseveración de que hay o pueden haber almas condenadas en
el Infierno, o que la salvación de todos o de alguien en particular se pueda
presumir a priori.
Condenamos la
aseveración herética de que, el Infierno no es un espacio físico, en vista de
que Cristo mismo afirmó que en el Gehena, las almas y cuerpos serán castigados
con sufrimientos espirituales y físicos.
Condenamos la
afirmación herética de que luego de la muerte el alma humana deja de existir.
Nosotros condenamos
la noción de que en la muerte, no hay un juicio particular del individuo.
Condenamos la idea
de que al morir, un individuo es juzgado sólo de acuerdo a su opinión
fundamental a favor o en contra de Dios, y no en particular por el cumplimiento
de los preceptos divinos.
Contra los Errores
que se Oponen al Sacramento del Matrimonio
Condenamos junto al
concilio de Trento, como falsa o herética la idea de que el estado de
virginidad escogido por amor a Dios, y la búsqueda y práctica de la perfección
evangélica, no sea en si misma un estado superior al estado del santo
Matrimonio, realizado con el debido ritual de la Iglesia.
Condenamos la noción
que el matrimonio natural o sacramento del matrimonio es un ideal que requiere
esfuerzo y/o no es una institución divina de obligaciones que une a hombres y
mujeres que desean formar una familia o unirse como pareja.
Nosotros condenamos
el concepto de que la recepción del Sacramento del Matrimonio no es una obligación
moral grave para todos los Católicos que desean tener hijos o utilizar el poder
de procreación, que Dios les ha dado, y que sea simplemente una opción
enriquecedora para su superación personal.
Condenamos la noción
que los dos fines del matrimonio, el procreativo y el unitivo son iguales, o
que el último no esté subordinado al primero.
Condenamos la idea
de que los Católicos que se casan por lo civil y no por la Iglesia, “no están
usualmente motivados por el prejuicio o la resistencia a una unión sacramental,
pero por la cultura o situaciones contingentes”, como si la preferencia de los
valores del mundo no constituyera prejuicio y resistencia hacia la aceptación
de la enseñanza de la Iglesia sobre el Sacramento.
Condenamos la noción
de que cualquier uso deliberado del poder procreador del cuerpo humano, fuera
del matrimonio, es moralmente lícito en cualquier momento para cualquier
persona.
Nosotros rechazamos
como herética y blasfema la idea de las uniones adúlteras o impuras puedan de
alguna manera reflejar el amor de Dios, Quien es infinitamente puro y debe ser
adorado en espíritu de verdad.
Nosotros rechazamos
como falsa y sacrílega la sugerencia de que en la Escritura, donde Jesús habla
a la mujer Samaritana, se sugiera que este diálogo tenía el propósito de
santificar la unión adúltera en la cual El la encontró.
Condenamos la idea
de que un individuo viviendo en adulterio, tiene mayor obligación moral para
mantenerse en su unión adúltera, tomando en cuenta los hijos de esa unión, y no
considerando debe terminar esa relación adultera considerando el precepto de
Cristo en contra del adulterio.
Condenamos la noción
de que la familia o el matrimonio puede constituirse en verdad por cualquier
factor que no sea la unión de 1 hombre con 1 mujer.
Condenamos como
malicioso y engañoso el uso de citas de los documentos Magisteriales, que hacen
referencia al Sacramento del Matrimonio, para la defensa de las uniones
adúlteras o ilícitas.
Condenamos la falsa
idea de que el individuo puede juzgar como lícito la validez de un matrimonio,
sin buscar ayuda de la autoridad eclesial, como si la jurisdicción de un
tribunal se debiera a un derecho de juicio propio, adecuado o falsamente
formado
Nosotros condenamos
como blasfema y herética la noción de que el Evangelio de la Fe y el
Arrepentimiento, que predicó Cristo desde su primer día en Su ministerio
público, no sea una solución fácil a la dificultad moral en la que
habitualmente se encuentran los pecadores públicos.
Contra el Abuso del
Oficio Pastoral
Condenamos como una
injuria a la disciplina eclesial, y grave falta al oficio pastoral, exhortar al
Clero, a no continuar en adhesión fiel a la disciplina sacramental
tradicional, así como llamarlos a acomodarse a la moral corrupta y mentalidad
del tiempo presente.
Condenamos como una
grave traición, el uso del Oficio Petrino, para alentar, promover o disponer de
las almas para que acepten distanciarse de la fidelidad a Cristo, de la
fidelidad a los Apóstoles, de la fidelidad a las enseñanzas contenidas en la
Sagrada Escritura y /o transmitidas por la Sagrada Tradición, bajo cualquier
pretexto de amor, misericordia o compasión.
Nosotros condenamos
como una grave traición al ataque a la unidad de la Iglesia, al usar el Oficio
Petrino, para alentar a las iglesias locales de distanciarse de la fidelidad a
Cristo, la fidelidad a los Apóstoles, de la fidelidad a las a las enseñanzas
contenidas en la Sagrada Escritura y /o transmitidas por la Sagrada Tradición,
bajo cualquier pretexto de amor, misericordia o compasión.