chastity formula

Saturday, June 25, 2016

Condena a Amoris Laetitia - Veri Catholici - Firma la Petición

Para los que quieran firmar la petición, donde se solicita a Papa Francisco RETIRAR el documento Amoris Laetitia:  http://www.ipetitions.com/petition/alconf


Libellus de condena de los errores contenidos en, presupuestos o subyacentes del documento ‘Amoris Laetitia’

Conscientes de la enseñanza de Nuestro Altísimo Señor, Jesucristo, que nuestro “Sí”, sea un “sí” y nuestro “No”, un “no”, y del mismo modo, conscientes de la enseñanza de su Vicario en la tierra, el Papa Pío VI, en buena memoria, quien enseñó:
Cuando se hace necesario exponer algunas declaraciones, que disimulan cierto error o daño sospechado, bajo el velo de la ambigüedad, uno debe denunciar el significado perverso bajo el cual el error que se opone a la Verdad Católica es camuflado.

Nosotros, los miembros de Veri Catholici, deseamos expresar nuestra lealtad a la Fe que hemos recibido de los labios de Cristo, a través de la predicación de los Apóstoles, y como dicta la Iglesia Católica y fortalecida por el infalible Magisterio de la Iglesia, al condenar la llamada Exhortación Apostólica “Amoris Laetitita”, como un trabajo de engaño y falsedad, error y herejía, y que entre los errores nosotros condenamos los siguientes:
Contra el Modernismo
Condenamos junto a Santo Pio X, a noción de que los dogmas de fe evolucionan o de que la Iglesia llega a un entendimiento más claro de la verdad, mediante el esfuerzo de los hombres, que luchan para acomodar las enseñanzas de Cristo y de los Apóstoles, a los deseos, costumbres, modales o cultura de la época en la que viven.
Contra el Falso Pastoralismo
Condenamos la noción de que la verdad de la Fe Católica respecto al Matrimonio puede ser correctamente enseñada y aplicada pastoralmente, mediante la omisión de la palabra adulterio, palabra que está completamente AUSENTE en el documento, como indica la Dra. Anna M. Silva.
Condenamos la noción de que la moral Católica, la ley moral o los preceptos morales del Antiguo y Nuevo Testamento, sean sólo un ideal al cual aspirar, y no sean considerados obligaciones que deben ser cumplidas como la exigencia mínima de la vida Cristiana, ya que Nuestro Señor y Salvado nos ordenó: “Si me Aman, guarden Mis mandatos”, y no dijo: “Si me Amas, presta atención a Mis Consejos”.
Condenamos la noción de que ya no se puede decir categóricamente, que los pecadores públicos, están en estado de pecado mortal, o que son pecadores, o referirse al estilo de vida pecaminoso de vida que tienen, o que son adictos al pecado.
Condenamos el uso de un lenguaje difuso para ocultar, o para lograr que uno olvide las verdades inmutables de la Fe, como fueron enseñadas por Cristo y Sus Apóstoles, y entregadas desde tiempos inmemorables a la Iglesia.
Condenamos el uso de las afirmaciones de la Verdad Católica, para confundir a los fieles, en esas partes del documento, que están plagadas de errores, blasfemia y herejía.
Condenamos como falsa ética pastoral, que el Clero no predique ni enseñe a todos los fieles o a cualquier creyente, que el adulterio es moralmente pecaminoso.
Condenamos como una falsa ética pastoral, que el Clero permanezca en silencio o que no desapruebe públicamente y como es costumbre, el adulterio o el divorcio.
Condenamos como cruel y despiadada, la noción de que es moralmente lícito satisfacer a los pecadores públicos habituales, con la integración a la vida de la parroquia, cuando se han rehusado a arrepentirse y dejar su vida pública de pecado, y que por ello no se los debe incomodar habitualmente, siempre y cuando permanezcan en ese estado, con la práctica atemporal Apostólica de negarles el Sacramento y la sociedad humana.
Condenamos como falsa y perjudicial a la buena moral y correcta formación de conciencia, la noción de que los pecadores mortales habituales, no deberían sentirse excomunicados, cuando ellos han rechazado constantemente el arrepentirse.
Condenamos la hipocresía del pastor que escribe: “Naturalmente, si alguien hace alarde de un pecado real, como si fuera parte del ideal Cristiano, o quiere imponer algo distinto de lo que enseña la Iglesia, el o ella, no pueden pretender enseñar o predicar a los demás”; mientras que luego elabora un documento que exonera a los pecadores y culpa a los pastores de almas, que aplican la disciplina apostólica y tradicional de la Iglesia sobre ellos.
Condenamos como falsa la práctica ética pastoral, sobre la preferencia de la disciplina sacramental, que causa confusión en uno sobre lo que es claro y lo que es blanco y negro.
Condenamos como tramposa la promulgación de una Exhortación, que explícitamente afirma, que no se debe imponer nuevas reglas con órdenes desde la Sede Apostólica, a las Conferencias Episcopales sobre los informes de cómo será implementado el documento.
Condenamos como fraudulenta y errónea la práctica pastoral, que propone todas las consideraciones para la auto-reflexión de los pecadores públicos habituales, pero excluye aquellas respecto a la necesidad absoluta de cumplir los preceptos divinos y morales como una condición para la salvación eterna y el peligro inmediato de la eterna condenación como consecuencia de su rechazo y no conformidad con las mismas.
En Contra de la Falsa Moral
Condenamos junto al concilio de Trento, la noción de que lo que Dios a ordenando es muy difícil de cumplir, o de que El no ha dado, no da o no dará la suficiente gracia para cumplir con cada uno de Sus preceptos.
Condenamos la idea de que la catequesis, que merece el nombre de ‘correcta y Católica’, pueda ser impartida de una manera en la que no se menciona la necesidad absoluta de observar y cumplir los mandamientos de Dios, como un requisito previo para el regalo de la eterna salvación.
Condenamos la afirmación falsa y herética que indica: “ya no puede ser dicho que todos aquellos en situaciones ‘irregulares’, estén viviendo en un estado de pecado mortal o que estén privados de la gracia santificante”, ya que verdad de fe, que el pecado mortal priva al alma de la gracia santificante, como el Apóstol San Juan enseña.
Condenamos como falsa la afirmación de que a pesar de “que un sujeto  a pesar de saber  a cabalidad la regla, pero aún así tiene gran dificultad en entender su valor intrínseco”, se le pueda por lo tanto, permitir transgredir la regla, o se le permita o aconseje hacerlo.
Condenamos como falsa la idea de que uno puede evitar todo el pecado al no tomar una decisión, cuando la práctica real moral no está en conformidad con los estándares objetivos de la ley divina, moral o natural, ya que deliberadamente un pecado de omisión en observancia de estas leyes sobre asuntos graves es mortal.
Condenamos como engaño y trampa el uso de la cita del Doctor Angélico, cuando se habla de aquellos con gracia habitual, a los que están en estado de pecado mortal.
Condenamos la falsa y blasfema noción de que Dios Mismo pueda inspirar a un alma para tomar un paso hacia estar mejor dispuesto al arrepentimiento y bajo esa premisa, los absuelva de la obligación moral de la misma en ese momento de arrepentimiento, o tomando en cuenta que un trabajo muerto tiene un mérito de justificación.
Condenamos como un engaño la cita del Doctor Angélico sobre la dificultad de entender la aplicación de los principios morales en casos específicos, como si se hiciera referencia a la falla de los principios mismos o su no aplicabilidad en esos casos.
Condenamos la idea de que la ley natural, marcada por Dios en todas las cosas, no es un conjunto a priori de las obligaciones morales universalmente vinculantes a todos los seres humanos.
Condenamos la falsa y blasfema afirmación de que el proceso de una mejor disposición personal a la gracia y conversión es un proceso de santificación, como si tal error reviviera el error de los Fariseos, que consideraban los trabajos de la Ley como meritorios o efectivos por si mismos de la gracia de la justificación o santificación.
Condenamos como engañosa, la contradicción de términos y de herética la noción de que el alma en estado de pecado mortal, pueda crecer en gracia, por cualquier medio, mientras permanece en ese estado.
Nosotros condenamos como falsa y herética la afirmación de que el término “pecado mortal”, ya no sea usado al referirse a pecadores públicos que violan un importante precepto de Dios, revelado por Dios.
Condenamos como falsa la cita de los escritos de Juan Pablo II, con el propósito de refutar su condenación de la ley de la gradualidad sobre la moral.
Condenamos como falsa la noción de que las obligaciones de una conciencia subjetiva falsa, tienen prioridad sobre las obligaciones objetivas de la moral o la ley sacramental.
En Contra de los Errores que se Oponen a la Eclesiología Católica
Condenamos la idea de que uno puede compartir espiritualidad en la vida de la Iglesia, pero de manera incompleta, ya que todas las cosas espirituales son simples e imposibles de dividir.
De igual manera, condenamos, la noción de que aquellos que están en pecado mortal, comparten la vida espiritual de la Iglesia.
Condenamos el pensamiento de que aquellos en pecado mortal tienen una manera de  participar en la vida de la Iglesia, que es apropiada para aquellos que permanecen en pecado mortal, en vez de arrepentirse de su pecado y retornar a la vida de gracia y los Sacramentos.
Nosotros Condenamos como falsa y herética la idea que aquellos en pecado mortal habitual, público o privado, deban ser integrados a la vida de la Iglesia de alguna forma que no sea mediante el arrepentimiento y la Confesión.
Condenamos como blasfema y herética la noción de que la Novia Inmaculada de Cristo, la Santa Madre Iglesia, deba ensuciarse a Si Misma con los pecados de Sus hijos, o Acomodarse, o cambiar Sus hábitos de practicar la caridad pastoral con los de los valores mundanos y corruptos, y los hábitos del mundo.
Condenamos como falsa y errónea, la noción de que en el ministerio pastoral, la caridad deba ser predicada ANTES que la fe y el arrepentimiento, ya que para el hombre de pecado, es sólo el sano temor de Dios que hará que el amor a Dios surja.
Contra la Promoción de los Abusos a los Sacramentos
 Condenamos la idea que bajo cualquier pretexto o circunstancia, o conciencia, un individuo puede eximirse o ser exento por su confesor, de las obligaciones de recibir los Sacramentos sin fe y sin arrepentimiento, o en estado de pecado público.
Condenamos la noción de que es lícito moralmente, y no meritorio de eterna y perpetua condenación, que un individuo reciba el Sacramento en estado de pecado mortal, o que un Confesor permita al pecador el recibir los Sacramentos en tal estado.
Nosotros condenamos la idea de que un individuo que ha admitido haber cometido un acto, que es gravemente inmoral en está de acuerdo con la inmoralidad del mismo, y que no se arrepiente, se le puede permitir bajo cualquier pretexto, por alguien que sepa de esto en el fuero externo, a partir de la recepción de una Sacramento.
Condenamos la noción de que un pecador mortal regular, puede por su mal hábito de pecado, llegar a ser inocente de sus actos individuales de pecado y de que pueda acercarse a los Sacramentos, sin el total arrepentimiento, contrición perfecta y fe Católica, o ser admitido lícitamente de hacerlo por cualquier autoridad en la Tierra.
Condenamos de blasfema y herética la afirmación de que la Confesión es o puede ser una “cámara de tortura”, debido a que tal afirmación no es apropiada de la boca de un Cristiano, pero de la boca de un demonio.
Condenamos la afirmación de que la perenne recepción de disciplina sacramental, de negar el acceso a los sacramentos, a los pecadores habituales o pecadores públicos es cruel haciendo caso a la sensibilidad moderna, o en la necesidad en una reformulación.
Condenamos como blasfemo, herético y depravado el juicio que afirma que aquellos que se adscriben a la disciplina sacramental tradicional son Fariseos y rigoristas.
Condenamos cualquier insinuación o esfuerzo “para superar” las actuales “formas de exclusión” que han sido parte de la disciplina sacramental tradicional en la Iglesia desde tiempos inmemorables.
Contra los Errores que se Oponen a la Fe Católica sobre los Tiempos Finales
 Nosotros condenamos la noción de que “nadie puede ser condenado para siempre”, o de que la afirmación de la eterna o perpetua condenación de individuos en general, es contraria a la “lógica del Evangelio”, porque el Mismo Señor Jesucristo , en cumplimiento con la voluntad de Su Padre Eterno, denunció a los Fariseos de la Ley Antigua, diciendo enfáticamente: “Ustedes morirán en sus pecados”, y predijo que Él le diría a los malvados en el Último Juicio: “Apartaos de mi en el fuego eterno preparado por Satanás y sus ángeles”.
Condenamos la afirmación de que los sagrados ministros de Cristo, en cumplimiento con su tarea Apostólica, no puedan amenazar con la condena eterna a los individuos que cometen, persisten, aprueban o condonan actos morales de cualquier tipo, que sean formalmente contrarios a la ley de Dios, de acuerdo al género, especie, intención o circunstancia.
Condenamos que la idea de que los sagrados ministros de Cristo y todos los fieles, en fidelidad con su Bautismo, no puedan o no deban condenar tales actos morales, como meritorios de la condena perdurable y eterna en los fuegos del Infierno, o que al hacerlo transgreden la obligación de la caridad divina.
Condenamos la afirmación herética o aseveración de que hay o pueden haber almas condenadas en el Infierno, o que la salvación de todos o de alguien en particular se pueda presumir a priori.
Condenamos la aseveración herética de que, el Infierno no es un espacio físico, en vista de que Cristo mismo afirmó que en el Gehena, las almas y cuerpos serán castigados con sufrimientos espirituales y físicos.
Condenamos la afirmación herética de que luego de la muerte el alma humana deja de existir.
Nosotros condenamos la noción de que en la muerte, no hay un juicio particular del individuo.
Condenamos la idea de que al morir, un individuo es juzgado sólo de acuerdo a su opinión fundamental a favor o en contra de Dios, y no en particular por el cumplimiento de los preceptos divinos.
Contra los Errores que se Oponen al Sacramento del Matrimonio
 Condenamos junto al concilio de Trento, como falsa o herética la idea de que el estado de virginidad escogido por amor a Dios, y la búsqueda y práctica de la perfección evangélica, no sea en si misma un estado superior al estado del santo Matrimonio, realizado con el debido ritual de la Iglesia.
Condenamos la noción que el matrimonio natural o sacramento del matrimonio es un ideal que requiere esfuerzo y/o no es una institución divina de obligaciones que une a hombres y mujeres que desean formar una familia o unirse como pareja.
Nosotros condenamos el concepto de que la recepción del Sacramento del Matrimonio no es una obligación moral grave para todos los Católicos que desean tener hijos o utilizar el poder de procreación, que Dios les ha dado, y que sea simplemente una opción enriquecedora para su superación personal.
Condenamos la noción que los dos fines del matrimonio, el procreativo y el unitivo son iguales, o que el último no esté subordinado al primero.
Condenamos la idea de que los Católicos que se casan por lo civil y no por la Iglesia, “no están usualmente motivados por el prejuicio o la resistencia a una unión sacramental, pero por la cultura o situaciones contingentes”, como si la preferencia de los valores del mundo no constituyera prejuicio y resistencia hacia la aceptación de la enseñanza de la Iglesia sobre el Sacramento.
Condenamos la noción de que cualquier uso deliberado del poder procreador del cuerpo humano, fuera del matrimonio, es moralmente lícito en cualquier momento para cualquier persona.
Nosotros rechazamos como herética y blasfema la idea de las uniones adúlteras o impuras puedan de alguna manera reflejar el amor de Dios, Quien es infinitamente puro y debe ser adorado en espíritu de verdad.
Nosotros rechazamos como falsa y sacrílega la sugerencia de que en la Escritura, donde Jesús habla a la mujer Samaritana, se sugiera que este diálogo tenía el propósito de santificar la unión adúltera en la cual El la encontró.
Condenamos la idea de que un individuo viviendo en adulterio, tiene mayor obligación moral para mantenerse en su unión adúltera, tomando en cuenta los hijos de esa unión, y no considerando debe terminar esa relación adultera considerando el precepto de Cristo en contra del adulterio.
Condenamos la noción de que la familia o el matrimonio puede constituirse en verdad por cualquier factor que no sea la unión de 1 hombre con 1 mujer.
Condenamos como malicioso y engañoso el uso de citas de los documentos Magisteriales, que hacen referencia al Sacramento del Matrimonio, para la defensa de las uniones adúlteras o ilícitas.
Condenamos la falsa idea de que el individuo puede juzgar como lícito la validez de un matrimonio, sin buscar ayuda de la autoridad eclesial, como si la jurisdicción de un tribunal se debiera a un derecho de juicio propio, adecuado o falsamente formado
Nosotros condenamos como blasfema y herética la noción de que el Evangelio de la Fe y el Arrepentimiento, que predicó Cristo desde su primer día en Su ministerio público, no sea una solución fácil a la dificultad moral en la que habitualmente se encuentran los pecadores públicos.
Contra el Abuso del Oficio Pastoral
Condenamos como una injuria a la disciplina eclesial, y grave falta al oficio pastoral, exhortar al Clero, a no continuar en adhesión fiel a la disciplina sacramental  tradicional, así como llamarlos a acomodarse a la moral corrupta y mentalidad del tiempo presente.
Condenamos como una grave traición, el uso del Oficio Petrino, para alentar, promover o disponer de las almas para que acepten distanciarse de la fidelidad a Cristo, de la fidelidad a los Apóstoles, de la fidelidad a las enseñanzas contenidas en la Sagrada Escritura y /o transmitidas por la Sagrada Tradición, bajo cualquier pretexto de amor, misericordia o compasión.

Nosotros condenamos como una grave traición al ataque a la unidad de la Iglesia, al usar el Oficio Petrino, para alentar a las iglesias locales de distanciarse de la fidelidad a Cristo, la fidelidad a los Apóstoles, de la fidelidad a las a las enseñanzas contenidas en la Sagrada Escritura y /o transmitidas por la Sagrada Tradición, bajo cualquier pretexto de amor, misericordia o compasión.

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