Y sin embargo, realmente Tu no te equivocas en darnos aquello que sabes que podremos llevar, sobre todo cuando sabemos que no estaremos solos en ese camino.
Mi cruz ha sido distinta a la de muchos de mis hermanos en la fe. Y tampoco la llevé sola, estuvo mi madre ayudándome. Hoy sé, que tampoco estoy sola. En Jesús, se ha abierto una familia mucho más grande. Hoy, las otras penas que he tenido que enfrentar, fueron apoyadas por queridos hermanos lejos de acá.
En el rezo diario del Rosario, también he descubierto a mis otros hermanos, cobijados todos en el jardín de la Reina del Cielo, que nos acoge y paso a paso nos va mostrando la vida de su amado Hijo Jesús. Madre, instructora, guía, consuelo...¡Que MUJER! La más amada de Dios, escogida antes de todos los siglos para su plan de salvación.
De ella vamos aprendiendo que su silencio fue más fuerte que el estruendo de la vanidad, lujuria, pereza, ira, soberbia y más decadencia que hoy impera en este mundo. Las mal llamadas feministas no cesan de echarle burlas y ofensas, quizás no logran comprender como una sencilla mujer, ha alcanzado el mayor honor que tendrá criatura en este mundo. Cuanta envídia te tienen Santa Madre.
Es tu silencio y espera, lo que nos enseña a ejemplo tuyo, a confiar, a abandonarnos en la Voluntad del Padre. En esta gran familia de la cual formo parte, así clamamos, pidiendo que se haga Tú Voluntad y que fortalezcas nuestros corazones, ante la adversidad, la persecusión y los ataques del maligno.
Con María Santísima, Sancta Dei Genitrix, imploramos aprender de su silencio a esperar en Tu Voluntar Santísima Trinidad.
"Ecce ancilla Domini fiat mihi secundum verbum tuum"
Lucas 1, 38 - Bíblia Católica Vulgata
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